¿Cómo iba a haber dejado Dios que el significado del mundo estuviese sujeto a tu interpretación? (T-30.VII.1,1)
Dios no hizo eso, es parte de mi pensamiento que sí lo cree. Y esa es mi pérdida, o lo que me creo yo que es mi pérdida en momentos de supuesta lucidez, pues no dejo de pensarlo.
Este es un movimiento continuo a través del pensamiento que se cree libre, sin sentirlo. Me parece raro todo esto, pues pensar libremente me desprovee de las barreras que me dan seguridad, aunque esta seguridad en verdad sea insegura. Surge el miedo, siempre.
A modo de análisis de la frase
“Cómo”: sería en la forma y manera y de eso, Él, no sabe nada; pero mi pensamiento se cree que sí. En la Creación no existen formas ni maneras diferentes, solo y tal vez, una única forma y una única manera, que es lo Total, inmutable.
“iba”: supone acción de Dios, y Dios ya lo hizo Todo, en un único instante que no requiere de tiempo alguno. Simplemente lo hizo y punto. “Iba” en este mundo supone un estado de esperanza para el cuerpo de algún cambio deseado que la mente fabrica, para creerlo posible. “Iba” supone búsqueda y Dios no busca nada, lo tiene todo.
“a haber dejado Dios”: Si Dios permite que las cosas pasen, lo hago culpable de todo, de lo bueno y de lo malo, sin darme cuenta de dónde se ubica la fábrica que crea todo eso, sin darme cuenta, por ignorarlo expresamente de quién es el creador de ese pensamiento que hiere, ya desde antes de ser creado. Dios no deja, no permite, no piensa, ni siquiera es nada de lo que tú, yo, me creo que es, pues deja de Ser cuando necesita ser pensado para verlo. O Lo ves o no Lo ves. En la Visión no sirven medias tintas.
Sigo … reinterpretando
“que el significado del mundo”: Lo primero que surge aquí es mi mundo y su significado. Mi mundo, ese que mis recuerdos y mis sentidos me muestran. Yo los he creado y los mantengo. Mi significado por tanto, cambia, pues es el modo en el que me creo obtengo la seguridad que necesito. ¿Es éste entonces un mundo inseguro? Totalmente. Esa es la forma en la que puede hacer culpables, o inocentes a otros cuerpos. La inseguridad del olvido de quién en verdad soy, me lleva a un mundo desconocido que me creo cierto. Dos miradas y una es falsa. La mía.
Para Dios el mundo no significa nada, más bien esa pregunta no puede ni siquiera escucharla, es parte de mi mente la que la hace y se pierde en el camino antes de que pueda llegar a Él.
Yo si que le doy significado, por eso me creo que estoy aquí y que todo lo que el mundo me muestra es cierto, incluso si pienso que es falso, le doy validez. Si el mundo desaparece, desaparezco yo con el y eso me supone la muerte y reconozco que, por ahora, no quiero morir. Mi deseo es seguir buscando y dando un significado a todo esto a lo que le voy asignando nombres, experiencias, relaciones, pensamientos, juicios y culpas. De eso va esto.
Acabo
“estuviese sujeto”: Tú no puedes sujetar nada que no hayas creado previamente. Ese sujetar surge del pensamiento separado en el que te has creado y creído la historia de lo que está pasando. Si, la historia de lo que está pasando, en tu procesador de datos. Aunque te cueste creerlo, no existe el tiempo, ni el lugar ni el espacio, eso forma parte de tu otro yo, de eso que se ha bautizado con el nombre de ego, tu ego, mi ego, su ego y así conjugamos el verbo ser al completo. Pero… ¿qué, quién soy? Aquí, historia de un cuerpo viviente, pensado para morir, al igual que todos esos cuerpos que veo ahí afuera, pues ese es el sentido de la separación, del ganar y del perder, del tu y yo, como dos cosas distintas, diferentes, construidas como sustitutos del Padre para ser usados en su contra.
“a tu interpretación”: Dios no hizo nada de eso. El mundo que Él Creó no es reinterpretable. Su proyecto fue pensado y consumado en el mismo instante. Todo. Sin posibilidad de revisión posible. Ni siquiera por Él. La Creación es perfecta. ¿Cómo ibas a querer retocar algo que ya es perfecto en su totalidad, en el origen? Solo cabe esta posibilidad en un pensamiento de imperfección y si lo que Dios creó no es perfecto, el Hijo de Dios tampoco lo es ¿y yo qué soy? Me declaro que cosa. Aceptación o renuncia. Amor o miedo. Tal vez me crea que “yo” puedo re-interpretar lo que Él creó; pero ¿tiene eso algún sentido? Y si lo tiene, ¿quién alberga ese pensamiento y para qué?
Bendiciones
Rafael Carvajal