La realidad inmutable
El pensamiento cree lo que piensa incluso aunque lo ponga en duda en algún momento. Es gracioso, en cierta manera, observar-me dándole validez a eso que veo, mi realidad, a eso que escucho a eso que toco, a eso que siento. !!! Y que nadie me saque de ahí, que soy capaz de todo¡¡¡ Mi razón es incuestionable, me digo y me repito a mi mismo. Y esa realidad solo la ve uno. Yo. El yo guionista de mi propia historia, repetida-mente.
Primero pienso, y en ese pensar surge una verdad en el tiempo. Luego, los hechos me muestran que algo ha cambiado y sustituyo o no, lo segundo por lo primero, siempre a conveniencia de mis necesidades hambrientas de culpas sin razones basadas en la verdad. ¿Y qué es la verdad? Te toca indagarlo a ti. Rebuscar, después de buscar dentro de ti; pero no en los bolsillos de tu abrigo de invierno, y poco más adentro, y no en lo físico, ni siquiera en lo mental. Ahí en el fondo del pozo, donde creíste que te podías mantener oculto de la verdad de quien eres.
Jugando al escondite
La realidad pensada, el resultado es de un error permanente. Pues esa es mi realidad y el error se basa en que me niego a Ser sin necesidad de ser nada, porque lo que quiero, deseo, amo, es ser algo para alguien previamente elegido en mi dibujo de lo que son las relaciones especiales conmigo mismo a través del otro soñado.
La realidad inmutable. No es perceptible, no existe, no se crea. Ya fue Creada. Eternamente. Aquí la historia cambia, por instantes, y la mente trata de adaptarse. A más pensamientos más necesidad de adaptación o de readaptación al mundo, no vaya a ser que me quede excluido y solo, en este cuerpo cuyo fin (tiempo) ya sé cual es. Y la vida soñada se vive entre el miedo y la muerte. Entre la noche y el día. El odio y el amor. La guerra y la paz.
La realidad es inmutable.
Bendiciones a mis propios espejos.
Rafael Carvajal
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