Esa fuerza que me empuja

Esa fuerza que me empuja

Apenas uno no se da cuenta y “esa fuerza” le lleva al otro lado

Sí, hace un instante estaba allí, con mi pensamiento entusiasmado mirando al mundo y aceptando lo que estaba pasando. Eso para mí era real, tan real que me lo creía completamente. No me dejé llevar por “esa fuerza” que trata de apartarme de donde estoy. Esto es mental y no tiene porqué, el físico, estar acompañado en ese pensamiento, si uno no se ve a través de la distracción propia de una mente distraída. Cuerpo y mente, desde fuera, parecen que van juntos. Dentro, ya es otra cosa.

Cogidos de la mano, caminamos sin pararnos a nada

Una lluvia de estrellas en la noche se propuso acompañarnos. No fue invitada expresamente, aunque si aceptada en el mismo instante en el que la vimos. Jugaban entre ellas como si fueran de fiesta, que seguro lo estaban. Lucían unas, y otras, en otro punto aparentemente muy lejano hacían lo mismo conectadas en sincronía. Una música sonaba, sin escucharse. El Cielo se puso a bailar, invitando a Todo lo que en Él habita a que le acompañara, a su manera. Desde aquí abajo, y cogidos de la mano, caminamos muy despacito, sospechando Quién podría ser el Autor de esta representación tan maravillosa.

La maravilla de la vida que se vive. Puede que suene un poco tonto, incluso primario, ñoña, la vida que se vive; pero también parece que hay vidas que no se viven, que se malgastan, que se pasan todo el tiempo-vida buscando otro lugar diferente al que están, tal vez otra experiencia en la que están. Otras relaciones distintas o diferentes con las que conviven en el momento pensado.

Y la vida va de la mano con el personaje que la vive. No es posible disociarse aquí, pues esa es la creencia creada, imaginada; pero que valido como única y cierta. Yo soy eso que veo en el espejo, o en los espejos en los que me veo reflejado. No me cabe otra cosa. Verlo distinto es verme como si estuviera loca (mente). Demente.

Atardecer en el paseo. Junto a la playa

El sol se muestra seguro, no hay ninguna nube que se lo impida para yo verlo. Así es como funcionamos nosotros, el ser-humano, al que las nubes de sus historias le fastidian o arreglan el día, o incluso el momento o instante. Una nube o nubecilla pensada por uno mismo, tiene al dárselo, el poder de cambiar lo que creí era yo en el instante anterior.

Nada perdura en el tiempo aquí. Todo está supeditado a lo que yo vea ahí afuera y me lo traiga conmigo para sostenerlo hasta que decida transformarlo o simplemente permitir que se vaya por donde vino. Nubes de colores, adornadas de pensamientos rancios o incluso recién elaborados. Y el sol se muestra plácido, tranquilo, enorme, brillante, amarillo fuerte, haciendo lo que siempre hace. Inmutable. ¡¡¡ Qué envidia !!!

Al fondo, el mar hace de cuna para que ese gran círculo descanse una noche más. La luminosidad del sol se muestra total, como si de un último pase de modelos se tratara. Se sabe ganador, sin competir. Me muestro para que el mundo me vea, parece decir. Y poco a poco se sumerge, sin más. Sabe que su luz alumbra permanentemente. No precisa descanso. Fue creado dentro de un modelo de continuidad plena. El sol, al igual que Su Creador Es.

Mientras, niños y algún que otro perrito, juguetean entretanto se echa la tarde y se convierte en noche. El conjunto se muestra compacto. Cielo, sol, mar, humanos y animales, y alguna estrella que ya comienza a dejarse ver, allí a lo lejos, tenue.

El placer de una sonrisa

Me creía que todas las sonrisas son interesadas, y no sé. Lo he dudado por un momento. Luego he vuelto a mi antigua creencia. Este es un mundo de intereses. Digo esto porque parece que hay sonrisas y sonrisas. Diferentes unas de otras. Y esto en una primera mirada puede que uno se lo crea, así, de inmediato. Luego, en breve, se da cuenta de cuanto había puesto de su propia historia en ese juicio-sonrisa. Pues, si no hay juicio no hay pensamiento. Creo.

Depende de quien ofrece la sonrisa uno se lo toma como un regalo y lo agradece o no, o por el contrario lo toma como un verdadero ataque de herida y muerte. Es verdad que estamos negociando todo el tiempo. Te vendo una sonrisa a cambio de algo que a mi me falta, o te doy algo que a ti te falta a cambio de una sonrisa. Y el negocio tiene infinidad de formas, contenidos, absurdos al fin y al cabo, pues cuando uno se da cuenta de donde está ubicada la fábrica que fabrica esos pensamientos, reales para mi. Lo mínimo que sucede es que mi mente, o lo que creo que es mi mente, recibe una sacudida del tamaño de la falsedad que me cuento. Nada más y nada menos. Es bonito de ver, menos bonito el sentir. De ahí el tiempo que la mente tarda en sanar-se.

Los que se acusan a sí mismos (T-31.III)

Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar. Tal vez lo que quiere decir Jesús en este punto es que solo puede condenar aquel que cree conocer la condena, y además que para condenar, previamente ha tenido que hacer un juicio de condena, en el que el acusado no tiene la más mínima posibilidad de ser liberado de este pensamiento. Lo que Dios no hace, parece que yo si hago.

Nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos. Darse cuenta de esto y no caer en la trampa de uno mismo, es ser muy honesto. Completamente honesto, pues este movimiento del pensar incluye, a todas luces, el agradecimiento de que mi hermano, el hecho en si, se me haya mostrado para verlo en la forma. Tu y yo, somos el mismo, Uno. Sin dudarlo. Y aquí es la mente la que toma las riendas, al unirse en un único pensamiento de perdón a ambos, desde un único pensamiento posible, en lo que jamás fue posible. Ni siquiera ahora que me creo lo estoy escribiendo.

Bendiciones a mis espejos

Rafael Carvajal

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