El objeto del deseo. Percepción

El objeto del deseo. Percepción

Lo que la percepción ve y oye parece real porque sólo admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos del perceptor. Prefacio pág. xiii

Me maravilla observar el mundo de ahí afuera, ese que miro desde la distancia pensada. Me gusta. Creo.

Ir y venir de cuerpos en los que cada uno, con su trocito de mente, se cree una y única unidad. Sin darse la posibilidad de ser otra cosa. Miedo a mirar en sentido contrario. Hacia uno mismo.

Pensamiento imaginado. Igual que la propia imagen que me lo muestra. ¿Quién soy yo? Pregunta recurrente. Me aburre. Sabes la respuesta; pero sigues preguntándotelo por si la respuesta cambia, en algún momento. Ni un niño, en su inocencia pensaría eso, pues en la inocencia no cabe la posibilidad de no creer en la verdad. Ni siquiera se piensa en eso. Se vive. Vida.

Dudas sobre lo que se ve

Percepción es igual al pensamiento hecho realidad. No puedo dudar de lo que estoy viendo. Imposible al ser mi propia creación, aunque me reprimo en ese pensamiento. No querría verlo así; pero lo veo y lo mantengo. Construyo sobre mis propias ideas, historias, duelos no cerrados, ilusiones no vividas, y un largo etc., aquí.

Dios, la Verdad no alberga deseos. Todo lo tiene. No hay un más allá donde encontrar, después de mucho buscar, cualquier cosa que sea real, eterna, Creada. Un vaivén de pensamientos, coloreados. Eso, la Verdad no requiere sacrificios, de ningún tipo.

Observación

Mis propios deseos no surgen de un estado de paz, más bien al contrario, surgen de un estado de desdicha, de carencia, de dolor, de miedo, de juicios prematuros sobre sucesos de un pasado visto en un futuro donde mi paz depende de las estrategias de los otros. Control en el vacío.

Sólo admito, yo, y lo mantengo pues lo creo posible, lo que a mi me da seguridad. Y nada de esto puede ser pensado sin haber realizado previamente un juicio o una serie de juicios encadenados que me muestren mi realidad independiente del resto. Y así lo vivo. Creo.

L-311 Juzgo todas las cosas como quiero que sean. 

No dejo espacio a la oportunidad de que las cosas sean, simplemente, sin ser juzgadas. Ahí me doy cuenta, del orden de los sucesos que parecen que suceden.

Conciencia, Pensamiento, Juicio, Proyección = Película, clavada a lo que quiero que sea. No falla. Miedo. Perdón.

Bendiciones,

Rafael Carvajal

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