La base
La base y el final de la escalera
Pero la cuarta etapa sólo les asegurará sentirse más felices aquí en el mundo como personas. La sexta etapa es la llegada al mundo real, es cuando te das cuenta de que todo aquí es un sueño incluyendo tu existencia individual, esto te situa fuera del sueño.
(Ver orden de publicación del taller)
La quinta etapa es el desafío, la etapa entre la cuarta y la sexta, cuando se nos parte el corazón, porque finalmente reconocemos lo que este Curso enseña. Y la idea de que Dios piensa de otra manera no se refiere solamente a la demencia del sistema de pensamiento del ego, sino que es la demencia de cada aspecto y los efectos de ese sistema, es decir, creemos que estamos aquí. Para practicar el Curso, no es necesario saltar de golpe a la metafísica, hoy haré énfasis en esto, pero como estudiantes del Curso es importante que sepaís cuál es el objetivo. Si vemos la imagen de una escalera, la que aparece en El Canto de la oración, y que también se menciona en el Texto veremos que el tope de la escalera es el mundo real, mas allá del cual está el Cielo, donde no hay escalera. La base es la etapa en la que nos encontramos ahora, en que pensamos que somos cuerpos, que somos individuos, creemos que una persona llamada Jesús le dictó este Curso a una persona llamada Helen y ahora somos los receptores del libro. Como individuos somos los receptores de este libro escrito por un individuo que a su vez lo recibió de otro individuo. A nivel del sueño todo esto es mas o menos cierto, pero sólo a nivel del sueño. El fin último de este Curso es que nos despertemos del sueño. Estos son la base y el final de esta escalera.
Lo que en realidad dice el Curso
No se nos pide que neguemos las expereiencias en el mundo, ni que dejemos de pedirle ayuda a Jesús, pero sí que nos demos cuenta que este es el comienzo del viaje y que el fin ultimo es dejar este mundo, no mediante la muerte sino mediante el despertar. Hay muchos, muchos caminos espirituales, y también muchas maneras en que la gente habla del Curso que terminan haciendo real el mundo y que están en los escalones más bajos de la escalera. Mi opinión es que no hay nada de malo en hacer esto, no hay nada de malo ni siquiera en ver al Curso de esa manera, pero no nos llevará a Casa, que es lo que el Curso plantea. Si eres un estudiante del Curso es importante que seas consciente de que esto es lo que en realidad dice el Curso.
Involucrar a Dios en el mundo para que esté de acuerdo con nosotros
Otra manera de hacer que Dios no piense de otra manera es involucrarlo de alguna forma en el mundo. Esta es una forma particularmente seductora de ver el Curso, porque nos hace sentir muy bien saber que el Creador nos ama, sabe de nosotros, se interesa por nosotros y nos ayudará. Y si no es Dios Mismo, será el Espíritu Santo, Jesús o cualquier otro que te imagines. De lo que no nos damos cuenta es de que si los traemos al mundo, si le rezamos pidiendo ayuda específica, lo que hacemos es atemperar la naturaleza absoluta de la afirmación Dios piensa de otra manera, porque ahora ¡Dios piensa como nosotros! Creemos que aquí hay un mundo, que aquí hay una persona, o sea nosotros, creemos que tenemos problemas, que necesitan solución, ¡y ahora Dios está de acuerdo con nosotros!
¡Así que Dios ya no piensa de otra manera! Pensamos que Dios nos dirá: «Bueno, tendrías que dejar tu ira, tus juicios, deberías ser más amable con la gente, etc.», pero que básicamente apoya nuestra locura. Si leen las Leyes del caos en el capítulo 23, después de la sección en que aparece «Y Dios piensa de otra manera», la tercera Ley del caos es exactamente lo que acabo de describirles: Dios piensa como nosotros. Le decimos que hemos pecado y que merecemos castigo. Entonces Dios dice: «Está bien, te castigaré, porque eso es lo que quieres que haga». Entonces, el modelo para esa tercera Ley del Caos es el Dios bíblico. Eso es lo que Jesús nos dice. Un Dios que cree en el pecado, en el castigo y lo administra, y da lo que el Hijo le pide. Ese no es un Dios que piensa de otra manera. Así, Jesús no es un salvador que piensa de otra manera. ¡Piensa como nosotros! La separación es real, el cuerpo es real, el pecado es real. La Expiación del pecado es real, es necesaria, y lo mejor de todo: ¡el cuerpo sigue viviendo! ¡Hay una resurrección del cuerpo! ¡Dios es una persona, Jesús es una persona, nosotros somos personas! Y, por supuesto, Jesús no piensa de otra manera, Dios no piensa de otra manera.
Queremos que Dios no piense tan de otra manera
Esto es lo que hace que este Curso sea tan difícil. Una vez que ya lo entendimos y tenemos que aplicar y vivir lo que aprendimos, entonces aparece la dificultad. Porque seguimos tratando de falsear la diferencia. Queremos que Dios no piense tan de otra manera. Aceptamos que Él habla solo de amor porque se supone que es un Dios de amor y aceptamos esto porque está de acuerdo con la premisa básica: nosotros existimos. El Dios del que habla el Curso ¡ni siquiera sabe quiénes somos! ¡No nos ve! ¿Cómo podría ver una ilusión? Si viese una ilusión, esta no sería más una ilusión. El Dios acerca del cual Jesús nos habla en este curso no ve la ilusión. No existe tal ilusión. A eso se refiere la sección El miedo a la redención, en el capítulo 13. Es un párrafo muy importante, que fácilmente puede ser pasado por alto, donde Jesús dice: «Pediste a Dios un favor especial (en realidad, quiere decir «exigimos un favor especial») y cuando no nos lo concedió hicimos de Él un padre no amoroso». Estas dos frases están encapsuladas en la Biblia entera. Y todo el demente intento de hacer que Dios no piense de otra manera.