A modo de remolque
Así parece que llevamos la carga de los antepasados. En una decisión que parece propia, de uno. Ese es el contenido del programa, guion, guardado en un microchip individualizado, propio. El título es otra cosa. El contenido serían los capítulos desarrollados con todo lujo de detalles, a modo de guión. Algo así como que cuando llegas a este mundo, nacido, al mismo tiempo que te ponen un nombre, te regalan el guión de tu estancia aquí. Ahora ya te lo ponen en la piel a modo de microchip de última generación.
Y no te cuestionas nada en esos primeros años de experiencia, a los que llamamos la edad de la inocencia.
Pero algo nos debe picar. Ese microchip al contacto con el ser, Ser, genera algún tipo de rechazo. Mental. Pero rechazo. Y ahí comienza la búsqueda, mientras me siga rascando en la parte superior de la cabeza, que es donde me creo que tengo un cerebro, que contiene mi mente, que me creo manipulada.
Y entretanto el guion sigue aplicándose, a raja tabla. Pues su creador, mi historial ancestral, así lo decidió y lo dejó grabado en ese microchip a la espera de ser injertado en mi piel-mental.
Parece más fácil seguir el guion que modificarlo, que incluso cambiarlo, que ignorarlo, que perdonarlo. Todo es mentira. Mental.
Parece más fácil seguir el guion que escribir uno nuevo. El mío. No separado de nada ni de nadie. El mío en mi experiencia que en todo caso justificaría el porqué estoy aquí. Eso me creo.
Pensar a modo de crear … uffff. ¿Sabré? Y me parece que es mejor no renunciar a todo y seguir con un algo de lo anterior, a modo de apego. Me miento.
Y la mente, y el microchip, y las hojas escritas ancestralmente y el run run siguen ahí, instalados cómodamente, pues no le falta alimento para mantenerse vivas.
Bendiciones
Rafael Carvajal