Primera parte
Empezamos aquí con «Impecablemente en el sendero», en memoria del doctor Ken Wapnick, es el primer capítulo del nuevo libro de Jon Mundy La eternidad según Un curso de milagros que dedica al que fue su inestimable amigo y tutor.
En definitiva, la meta del Curso es entender que tú no estás aquí.
Doctor Kenneth Wapnick (1942-2013)
Al guiar a tus hermanos hasta su hogar estarás siguiéndolo a él.
T-12.IV.5:7
Como este libro trata sobre la vida, la muerte y la eternidad, me siento obligado a empezar con algunas reflexiones sobre el doctor Kenneth Wapnick: su vida, su trabajo y su marcha de este mundo. Este es el primer libro que escribo desde su deceso el 27 de diciembre de 2013, y no puedo dejar de mencionar su tránsito porque toda su vida fue una lección, un discurso, una enseñanza, una historia digna de ser contada. Fue un ejemplo brillante de lo que significa vivir una vida dedicada a la verdad. Su existencia fue un ejemplo de que es posible aceptar la Expiación para uno mismo, demostrándonos que «lo que él hizo, también nosotros podemos hacerlo».
Ken fue sin duda el hombre más bondadoso, sabio, responsable, maduro y en extremo amoroso que he conocido nunca, y hay cientos, si no miles, de personas que sienten lo mismo. Después de su fallecimiento, en la Fundación para Un curso de milagros se recibieron más de doscientas cartas conmemorativas. Simplemente hizo lo que estaba llamado a hacer. Estaba centrado, dedicado y comprometido, y vivió su vida de tal modo que la Santidad del Creador brilló a través suyo. «Enseñar es demostrar» (M-In.2:1), no hay nadie que haya demostrado mejor los principios del Curso.
Pero cuando aceptas la Expiación para ti mismo, decides en contra de la creencia de que puedes estar solo, desvaneciendo así la idea de la separación y afirmando tu verdadera identificación con todo el Reino como algo que literalmente forma parte de ti.
T-7.VIII.7:3
Así caminarás por el mundo conmigo
En 1991 escribí un artículo sobre Ken para la revista Miracles titulado: «Impecablemente en el camino». Nunca he conocido a nadie tan impecable como Ken. Él no solo era mi maestro; era y sigue siendo el principal exponente de Un curso de milagros para miles de personas. Estaba profundamente comprometido con su trabajo y nos dejó una montaña de información en audio, vídeo y por escrito. En el espacio de treinta y dos breves años escribió treinta y dos libros y produjo 208 CD, 55 DVD y 206 presentaciones en YouTube. A pesar de todo este trabajo, la principal contribución fue que se situó —y aún se mantiene— delicada y pacientemente en las mentes de todos los que estudiaron con él como un brillante ejemplo de la amorosa presencia en la que nosotros podemos convertirnos. Su existencia misma sirvió de faro nos indicaba: «Venid a la luz que yo he elegido.»
El encuentro con Helen, Bill y Ken
La idea para mi primer libro Learning to Die (1973), me llegó una mañana mientras estaba en la cama pensando en los servicios funerarios que había escrito. Se me ocurrió que, ordenados de forma adecuada, tenía suficientes como para hacer un libro. Por aquel tiempo también era director ejecutivo de la rama metropolitana en Nueva York de Spiritual Frontiers Fellowship. Cuando conté a uno de los ejecutivos de la sede nacional de dicha organización mis intenciones de convertir mis sermones en un libro, me pidió que le enviara una copia: pensé, que tal vez querrían publicar el libro. Y efectivamente lo hicieron.
Curiosamente, fue a través de ese libro como conocí a los doctores Schucman y Thetford. La maravilla de hacerse mayor es poder examinar el recorrido de la propia vida y ver cómo una cosa «te lleva» a la otra. Como ya hemos indicado, la vida nos es dada, y eso incluye los encuentros accidentales.
Recuerda que nadie está donde está por casualidad y que nada en el plan de Dios es al azar.
M-9.1:3
Learning to Die fue publicado por Spiritual Frontiers Fellowship en 1973 y presentado en el congreso nacional de la organización en Chicago. Yo estaba allí dando un taller. El autor Hugh Lynn Cayce, hijo del místico Edgar Cayce, dio el discurso de apertura. En parte los doctores Schucman y Thetford vinieron al congreso para conocer a Hugh Lynn. También asistieron a la conferencia que di sobre misticismo y experiencias cercanas a la muerte.
Me faltaba un mes para cumplir los treinta y mi experiencia y conocimientos sobre misticismo palidecían ante los de Bill y Helen. Por suerte, fueron muy bondadosos y apreciaron mucho mi interés por el misticismo. Helen, en particular, celebró el hecho de que yo fuera un joven teólogo. Sin embargo, no empezó a hablarme del Curso hasta el veinte de abril de 1975.
—Jon Mundy
Continua con la segunda parte… Impecablemente en el sendero (2)