Impecablemente en el sendero (4) ilusión

Cuarta parte

Nos trajo el mensaje a la ilusión

Continuamos con «Impecablemente en el sendero», en memoria del doctor Ken Wapnick, es el primer capítulo del nuevo libro de Jon Mundy La eternidad según Un curso de milagros que dedica al que fue su inestimable amigo y tutor.


Nos trajo el mensaje 

Antes de que Helen dejara este mundo, la vida de Ken estuvo totalmente dedicada a ella y al trabajo que compartían. Estaba claro que él era el hijo que ella no había tenido, tal como Judy Whitson era su hija. Más que nadie, él nos trajo el profundo mensaje de este increíble documento que llamamos «el Curso».

Solo con que permitieses al Espíritu Santo hablarte del Amor que Dios te profesa y de la necesidad que tienen tus creaciones de estar contigo para siempre, experimentarías la atracción de lo eterno. Nadie puede oír al Espíritu Santo hablar de esto y seguir estando dispuesto a demorarse aquí por mucho más tiempo. Pues tu voluntad es estar en el Cielo, donde no te falta nada y donde te sientes en paz, en relaciones tan seguras y amorosas que es imposible que en ellas haya límite alguno. ¿No desearías intercambiar tus irrisorias relaciones por esto? Pues el cuerpo es insignificante y limitado, y solo aquellos que desees ver libres de los límites que el ego quisiera imponer sobre ellos pueden ofrecerte el regalo de la libertad.

T-15.IX.5:1-5

La atracción de lo eterno

Antiguamente había un anuncio de la compañía de seguros Geico en el que la mascota de la compañía, un geco con acento inglés, se acercaba demasiado a una aspiradora, se oía un silbido y era absorbido por ella. Creo que Ken se acercó demasiado a «la atracción de lo Eterno» y se deslizó dentro. Realizó en una breve vida un trabajo que habría requerido una docena de hombres, sin perder nunca de vista a su Padre ni su Hogar Celestial.

Recuerda siempre que no puedes estar en ninguna otra parte, excepto en la Mente de Dios.

T-9.VIII.5:3

Una de las cosas que ocurre cuando estudiamos el Curso es que nos damos cuenta sutilmente de que «alguien más grande que yo» está moviendo los hilos. Como dice Jesús en los Evangelios, «No soy yo el que vive, sino el Padre quien vive en mí». Esto se experimenta como una mayor conciencia y una mayor aceptación de la responsabilidad. Ken era asombrosamente consciente y responsable, tanto que… creo que esto es lo que le pasó a Ken, y su esposa, Gloria, está de acuerdo:

Es posible que en algunas ocasiones un maestro de Dios tenga una breve experiencia de unión directa con Dios. Sin embargo, es casi imposible que en este mundo una experiencia así pueda perdurar. Tal vez se pueda alcanzar tras mucha devoción y dedicación, y luego mantenerse durante gran parte de la estancia en la tierra. Mas eso es tan raro, que no se puede considerar una meta realista. Si sucede, bien. Si no sucede, bien también. Todos los estados mundanos son en cualquier caso ilusorios. [Esta frase siguiente puede explicarlo todo:] Si se alcanzase a Dios directamente en una conciencia continua, el cuerpo no se podría conservar por mucho tiempo.

M-26.3.1-8

Si hubo alguna vez alguien devoto y dedicado, ese era Ken. ¡Qué apropiado que nuestro primer profesor del Curso haya demostrado sin lugar a dudas que la Expiación puede completarse. Él tuvo que completarla para que nosotros pudiéramos ver el camino. Recuerdo que Ken dijo: «Una vez que completamos la Expiación, ya no hay necesidad de construir un mundo de cuerpos y, por tanto, un mundo donde hay guerra, desastres y enfermedades.» Nuestro trabajo, que realizamos a través de la verdadera visión, es ir más allá del infierno de este mundo y contemplar la eternidad. Solo así el infierno se convierte en Cielo, siendo el Cielo, por definición, un estado de perfección.

En el Evangelio de Juan (16:7), Jesús, hablando de su muerte corporal inminente dice: «Es para ventaja vuestra que me vaya, porque, a menos que me vaya, el Confortador [el Espíritu Santo] no podrá venir a vosotros.» Sin duda, los discípulos estaban tan enamorados de Jesús que no se daban cuenta de que el mismo espíritu que le hablaba a él y que hablaba a través de él, también les podía hablar a ellos y a través de ellos. Ahora que el cuerpo de Ken se ha ido. Los que confiábamos tanto en él debemos confiar para siempre en el «Cristo interno». Como dijo Judy Whitson: «La muerte de Ken prueba que puedes estar en el mundo sin ser del mundo.»

Pues las mentes no necesitan el cuerpo para comunicarse.

T-20.V.5:3

 

El cuerpo es una ilusión

En una ocasión me preguntaron en un taller si no estamos obligados a seguir reencarnándonos hasta que llegue el momento en el que todo el mundo esté iluminado. Recordemos que, como se dice en una cita anterior de esta sección: «Todos los estados mundanos deben ser ilusorios» y la iluminación «es tan rara que no debe considerarse una meta realista.» ¿Por qué deberíamos pensar que tenemos que volver de nuevo con una forma corporal para ser útiles? ¿Quién dice que el espíritu no puede estar presente en el mundo? ¿Ayuda uno a crecer a un niño haciendo que se vuelva niño una vez más? El cuerpo es una ilusión. Algún día desaparecerá. Todo el mundo «externo» es una ilusión. Algún día desaparecerá. Lo que es Eterno dura para siempre y no puede desaparecer.

Pues la grandeza es el derecho del Hijo de Dios y no hay ilusión que pueda satisfacerle o impedirle ser lo que él es. Lo único que es real es su amor, y lo único que puede satisfacerle es su realidad.

T-13.III.8:6-7

—Jon Mundy

La próxima etapa

3 abril, 2017

Impecablemente en el sendero (5) Helen

3 abril, 2017

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