El autor nos dice:
Este artículo está escrito para aquellas personas interesadas en leer y estudiar Un curso de milagros, pero que encuentran problemática a la persona de Jesús, y como resultado, encuentran que el contexto cristiano del Curso es un obstáculo para su estudio. Es un intento por describir a Jesús y los acontecimientos de su vida dentro del contexto global del plan de Dios para nuestra salvación, aparte de las cuestiones teológicas y/o sacramentales que a menudo parecen separar a las gentes, y que pueden oscurecer el mensaje de amor y de unidad que él vino a enseñar, a demostrar. Dos mil años de historia han ocasionado que muchos no cristianos, así como algunos cristianos, perciban en Jesús una imagen de odio, juicio, exclusividad, venganza y división. Cuando el suyo fue sólo un mensaje de amor, perdón, curación, paz y unidad. Como afirma el Curso: “Se han hecho amargos ídolos de aquel que sólo quiere ser un hermano para el mundo” (C-5.5:7) En parte La historia del cristianismo puede verse como la historia de un pueblo que amó mucho a Jesús, pero que a menudo, inadvertidamente, trajo tragedia al mundo en vez de traer consuelo y salvación. Este artículo intentará explicar, en parte, cómo se desarrollaron algunas de estas tragedias. El principal centro de interés será el mensaje de salvación de Jesús, las buenas nuevas que constituyeron la misión que él vino a proclamar al mundo y a poner en marcha. El principal acontecimiento de su vida fue la crucifixión, y la experiencia del Jesús ascendido fue lo que sus seguidores originales proclamaron al mundo, al ver esta proclamación como la importante misión que ellos debían cumplir como testigos. Se comentará el papel central de Jesús en nuestra redención dentro del marco de nuestra liberación de la culpa que es la meta del Curso. Este intenta demostrar cómo la crucifixión y resurrección proveyeron la respuesta al problema del pecado, el sufrimiento y la maldad que desde la Caída de Adán parecían no tener solución alguna. A través de su respuesta de vida frente a la muerte, Jesús deshizo las barreras que nos mantendrían separados de Dios. Y, una vez hubo vivido en carne propia este mensaje para nosotros, aún lo vive en nuestras vidas cotidianas, y nos ayuda a convertirnos en lo que él es ahora, reunido en el corazón amoroso del Padre, restablecida nuestra voluntad y la Suya en la unidad que fue en nuestra creación.
Kenneth Wapnick