Centro tranquilo 1ª parte, entrevista a Kenneth Wapnick

«Centro tranquilo»

Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siempre estará ahí.

Y serás más consciente de este centro tranquilo de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindándote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. (T-18.VII.8.1-4)


El centro tranquilo es el nombre de una entrevista hecha por Susan Dugan a Ken Wapnick durante una visita a la Fundación para Un Curso de Milagros en Temécula (California) en julio de 2010. Toma el nombre de esta sección de Un Curso de milagros (T-18.VII.8.1-4)


¿Cómo evitas hacer de tu papel de maestro del Curso algo especial?

Es la diferencia entre forma y contenido. Una línea que siempre me gusta citar es donde Jesús dice “No enseñes que morí en vano. Enseña más bien que no morí, demostrando que vivo en ti” . Enseñar es demostrar y en lo que quieres enfocarte es en liberarte del ego lo más que puedas y entonces cualquier cosa que hagas será gozosa, sea que estés enseñando el Curso, siendo un padre, lavando los platos, escribiendo un ensayo, o caminando. No existe ninguna diferencia.

Así es como te alejas de la especialidad de la forma. Porque, ¿sabes qué? Es realmente una seducción pensar que lo que yo estoy haciendo es importante porque estoy enseñando Un Curso de Milagros. Pero bueno, ¿por qué es esto diferente a construir un hotel o criar niños o cualquier otra cosa? Cuando te alejas de la forma, el contenido siempre va a ser el mismo.

Existe esa frase encantadora en el Curso acerca del centro tranquilo. Y aunque la imagen no se utiliza, está implícito que si tú piensas en el centro de una rueda, existe ese centro de quietud donde tú vives y los rayos que emanan del centro son los varios roles que llevas a cabo: esposa, maestro, madre, etc. Los rayos no son importantes. Lo que es importante es que permanezcas en ese centro de quietud y que el amor que está ahí infunde todo lo que haces; ya sea que estés enseñando el Curso o estés jugando con tus nietos. En un sentido, todo debe ser lo mismo y en la medida en que tú reconozcas que no es lo mismo, entonces reconoces que todavía tienes trabajo que hacer. Ahí es donde el proceso se presenta.

Es realmente una trampa cuando te dejas seducir por la forma y piensas que la forma es algo. Tú enseñas el mensaje de Jesús viviéndolo, no sermoneándolo. Siempre he dicho que puedes dar un magnífico taller con solo leer la guía telefónica. Si tú la lees realmente con amor y ese amor infunde todos los nombres que tú lees, entonces estás enseñando con amor. No importa que domines la teología correctamente o la dinámica del ego de una manera perfecta. Cualquiera puede aprenderla, memorizarla. Pero no es así como se enseña. No es así como la gente aprende.

¿Entonces es acerca de utilizar las cosas que parecen surgir en tu vida y perdonarse uno mismo por hacerlas especiales?

Sí. Cuando tú recuerdas tus años en primaria, lo que recuerdas no son las cosas que los maestros te enseñaron. Te acuerdas de aquellos maestros que fueron malos y de aquellos que fueron amorosos. Realmente no recuerdas cómo te enseñaron a leer, a escribir o a hacer aritmética. Los maestros que destacan en tu mente años más tarde son los que fueron amables o los que fueron crueles. Eso es lo que significa ser un maestro —lo que tú demuestras— ya sea que estés enseñando cómo criar niños o aritmética. Una frase que cito frecuentemente acerca del año nuevo es: “Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo”. Todo es lo mismo.

Tienes muchas personas que te solicitan y quieren cosas de ti. ¿Cómo manejas esto?

De nuevo, trato de enfocarme en ese centro de quietud y no identificarme con los rayos, ya sea que alguien me diga que fue una clase magnífica o que fue terrible y aburrida, o si alguien me hace la misma pregunta una y otra vez.

A mí me preguntan frecuentemente cómo soporto enseñar lo mismo una y otra vez. La gente escucha las grabaciones que hice hace 25 años y básicamente es  lo mismo. Y algunas veces hago un chiste; puedo decir lo mismo una y otra vez porque no me escucho a mí mismo. Pero en realidad es porque siempre es por primera vez. Entonces, si alguien pregunta algo a lo que ya he dado respuesta otras muchas veces, me centro en que esa persona está hablando conmigo por primera vez. De otra manera, no podría hacer lo que hago. Todo es por primera vez.

Y, claro, también ayuda no tomarse de forma personal lo que la gente dice. En la facultad de psicoterapia aprendes por  qué están los pacientes constantemente proyectando. Así, ellos o te aman o te odian. De cualquier manera, no tiene que ver nada contigo. Cuando tú te conviertes en una figura pública, el truco es permanecer en ese centro de quietud. Yo quiero ayudar a la gente a ser más feliz, pacífica y amable pero así no es como se define uno mismo. Uno se define a sí mismo por ese centro de quietud y, una vez ahí, entonces dará igual lo que la gente haga o no haga. Tú solo tratarás de estar presente.

(Continua con el artículo: Centro tranquilo 2ª parte)

Enlace del original (en inglés quiet center)

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