La caída (RE-13)

Caída o el descenso al mundo, la separación de Dios no se produce en un lugar o en el tiempo, pues como idea en la mente de Dios, el símbolo más próximo para describir lo indescriptible es la abstracción. El lenguaje, la forma, la dualidad, el universo espacio temporal, todo parece surgir de las cuestiones que vendrán más abajo. Se recomienda leer los artículos precedentes, etiquetados con «la metafísica del Curso», para tener una visión más completa del tema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las cuestiones

¿Es esto todo lo que hay? ¿Puede haber algo distinto? ¿Hay algo más? ¿Puede haber un opuesto a lo que Es? Estas preguntas plasman la idea de un opuesto a la realidad, aseveran de forma oculta y sutil que sí, —efectivamente—, hay un opuesto al Todo. Una mera revisión del planteamiento de la idea, al instante revela lo absurdo de la misma. El Todo es todo si no fuera todo no sería Todo. ¿Cómo puede haber algo más? El Todo, Es y este abarca, contiene y Es en sí la Realidad. Nada puede haber aparte, autónomo o independiente que viva sin su fuente, sin el origen que le sustenta.

Todo lo que vive es tan santo como Él, pues lo que comparte Su vida es parte de la Santidad y no puede ser pecaminoso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo, el mar estar separado del agua o la hierba crecer con las raíces suspendidas en el aire.

Todo lo que vive y todo lo que sueña

Todo lo que vive es tan santo como Él (el Padre, todo lo que Es); todo lo que sueña es especial, se cree único, distinto, diferente, aparte y autocreado se fabrica a sí mismo.

Ser especial es la idea del pecado hecha realidad. Sin esa base no es posible ni siquiera imaginarse el pecado. Pues el pecado surgió de ella, de lo que no es nada, y no es más que una flor maléfica desprovista de raíces. He aquí al que se ha erigido a sí mismo en “salvador”, el “creador” que crea de forma diferente a como crea el Padre e hizo que Su Hijo fuese como él y no como el Padre. Sus hijos “especiales” son muchos, nunca uno solo, y cada uno de ellos se encuentra exiliado de sí mismo y de Aquel de Quien forma parte. Y ninguno de ellos ama la Unicidad que los creó como uno solo con Él. Ellos eligieron el especialismo en lugar del Cielo y de la paz, y lo envolvieron cuidadosamente en el pecado para mantenerlo “a salvo” de la verdad.

Un opuesto al cielo

La pregunta de por sí, cuando considera la posibilidad de que hubiese «algo más» implica la noción dualista de que puede haber un opuesto al cielo. Y este «algo más» puede proveerlo. Cuando la idea del ego introduce esta dualidad niega la unidad y la abundancia de la Fuente, de todo lo que Es, la unidad del Padre.

Dios establece la realidad como unidad total, la creencia en la dualidad es un rechazo inherente a la Realidad y la sustituye por una tergiversación de la verdad en el mejor de los casos, y por un auténtico infierno en el peor.

Pues este mundo es lo opuesto al Cielo, al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo opuesto a la verdad. En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión. (T-16.V.3:6-8).

La diminuta y alocada idea

En el estado del cielo, donde el hijo de Dios parece concebir ideas como ¿Hay algo más? ¿Es esto todo lo que hay? etcétera… El curso lo define como «diminuta y alocada idea». Este tipo te cuestionamiento no necesariamente tienen que tener la forma que aquí le damos, las palabras no importan, pero su implicación sí importa. Y significa algo fundamental, la interrupción de La Paz.

Una diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse, se adentró en la eternidad, donde todo es uno. A causa de su olvido ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales.(T-27.VIII.6:2-3).

El resultado aparente de esta «Diminuta idea loca», fue expulsarnos a nosotros mismos del Cielo. Privándonos de la herencia natural que nuestro creador otorgó. El Hijo de Dios al creer que podía separarse de su Fuente se tornó en un ser sin vida sin fuente y pareció arrebatar a la Fuente su efecto, Su Hijo.

Anteriormente hablamos de tu deseo de crear a tu propio creador, y de ser el padre y no el hijo de él. Éste es el mismo deseo. El Hijo es el efecto que quiere negar a su Causa. Y así, él parece ser la causa y producir efectos reales. (T-21.II.10:4,6-7).

 

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